Ambos estimulan las funciones protectoras del sistema digestivo, al contribuir en la reconstitución de la flora intestinal del organismo, subrayó la especialista.
En esa línea, los prebióticos son sustancias y/o ingredientes no digeribles de la alimentación diaria. Estas se encuentran en alimentos como el plátano, el espárrago, el ajo, el tomate, el trigo integral, la alcachofa y la cebolla.
Por su parte, los probióticos son microorganismos vivos que se encuentran principalmente en la leche fermentada y en el yogurt. El consumo de estos productos dependerá de ciertas características gastrointestinales y de la edad de cada persona.
“La flora intestinal está compuesta por millones de microorganismos que contribuyen a la defensa del organismo, frente a agentes patógenos que ingresan por vía oral, por una inadecuada higiene o manipulación de alimentos”.
De esta manera, se puede contribuir en la reducción de la prevalencia de enfermedades intestinales, como la flatulencia o gases, diarreas, estreñimiento.
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